15/10/2015
Venciendo

Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.

No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón;

Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.

Proverbios 4:20-22

Hoy, domingo, Satanás intentó impedirnos a mí y a mi familia que asistiéramos al servicio de la mañana. No me gusta dejar de asistir a la iglesia. Cuando las puertas se abren, mi familia siente la necesidad apremiante de cumplir con nuestro puesto del deber en la casa del Señor.

Mi esposa estuvo sufriendo de fuertes dolores estomacales y vómito. Luego de que oré por ella, intentó alistarse para ir a la iglesia, pero no lo logró y se acostó de nuevo.

Estábamos confiando en el Señor para que mejorara antes del servicio de la tarde. Decidí ingresar al sitio web de VGR en el computador para ponerme al día con los artículos que me faltaban leer. Me encontré con este testimonio y escuché la cita. En ese mismo momento, Algo en mi interior me dijo que se la mostrara a mí esposa, que estaba acostada.

La coloqué para que ella la escuchara, y oramos de nuevo para reprender a Satanás y reclamar su sanidad; luego regresé al computador. Unos minutos después, ella se paró junto a la puerta de mi oficina con un semblante renovado. Resumiendo sus palabras, ella contó que después de que le mostré la cita y oré por ella, ¡Algo la ungió y empezó a recuperarse! ¡Gloria al Señor!

Quizás estamos un poco retardados para llegar a la iglesia, ¡pero iremos al servicio! De seguro allá hay una bendición que Satanás no quiere que recibamos.

El Hermano Kevin

Estados Unidos