11/02/2016
La mano de Dios que nos protege

¿Cuántas ocasiones donde vimos Su mano misericordiosa protegiéndonos podemos identificar en nuestras vidas? Hasta esas ocasiones en que quizás no lo reconocimos, sabemos que el Señor siempre estuvo guiando nuestro barco cuando arreciaba la tormenta.

Esta familia reconoció que la mano de Dios los protegió de un accidente mortal. Una luz en medio de la carretera, proveniente de una fotografía muy familiar para todos nosotros, fue el empujón de fe que les hizo saber que la mano de Dios los estaba cuidando.

¡Saludos en el Nombre del Señor Jesucristo!

Me gustaría compartir este testimonio sobre el amor que nuestro Señor Jesucristo nos ha mostrado a mi familia y a mí.

El sábado, 12 de diciembre, me dirigía hacía un pueblo con la familia de mi hermano y mi mamá. Íbamos a asistir a una boda y luego escuchar el último sermón que predicó el Hermano Branham, Comunión. Ya había anochecido y como llovía la carretera estaba muy húmeda.

Todos estábamos conversando cuando de repente miré hacia adelante y noté que el auto se había salido de la carretera. Recuerdo que traté de avisarle a mi hermano y él intentó girar el volante, pero ya era demasiado tarde.

Entonces se escucharon gritos. En medio de la oscuridad se oía el sonido de los vidrios quebrándose; no había duda de que acabábamos de sufrir un accidente. Por último el auto se volcó. Mi mamá preguntó: “¿Están todos bien?”. Yo respondí: “¡Gloria a Dios!”. Mi cuñada notó que mi hermano no contestó nada y todos empezamos a gritar, pues creímos que algo malo le había ocurrido; pero él había salido ileso y finalmente respondió.

Empecé a buscar mi celular para alumbrar y saber dónde estábamos. Miré a la izquierda y vi el celular sobre el pavimento. La fotografía de la Columna de fuego, que es el fondo de pantalla de mi celular, se alcanzaba a ver en medio de la carretera. Mi cuñada encontró su celular y lo usó como linterna. Mamá quedó suspendida del asiento, pues tenía abrochado el cinturón de seguridad. Entonces mi cuñada salió del auto; luego mi hermano, mis dos sobrinos, mi mamá y por último yo.

Le pedí a mi cuñada que recogiera el celular de la carretera y me lo diera. No entiendo por qué no se rompió. Alguien me estaba llamando y por eso pude ver la fotografía de la Columna de fuego (no creo que haya sido una coincidencia). Llamé a un hermano que quería saber cómo nos iba en el viaje y luego recibí una llamada de mi papá. Él no venía con nosotros y mamá no quería contarle del accidente para no preocuparlo. Entonces él nos dijo que ya sabía y que llamaba para cerciorase de que estamos a salvo.

Cuando todos salimos del auto, vimos que un vehículo de seguridad de transporte financiero estaba estacionado detrás de nosotros y el conductor estaba solicitando ayuda. Minutos después, llegaron una ambulancia, la policía y una grúa. Todos salimos ilesos; solo sufrimos algunos rasguños. El policía nos dijo que si el accidente hubiera ocurrido unos metros más adelante, habríamos caído por el precipicio.

Me acordé del testimonio que publicaron hace poco en el sitio web que trataba de una situación similar. Todos se sorprendían cuando se fijaban en el estado del auto y luego veían que estábamos vivos. Solo puedo reconocer que la mano de Dios nos estaba cuidando.

A veces cierro los ojos y me acuerdo del momento en que el auto se volcó. Nos es un recuerdo agradable, pero la promesas de la Biblia descansan en mi corazón y sé que TODAS LAS COSAS AYUDAN A BIEN. Estoy feliz de que el Señor permitiera esto. Él nos dio una nueva oportunidad y estoy segura de que mi familia ni yo seremos los mismos de antes. Es sobrecogedor pensar que la vida puede abandonarnos en lo que dura un parpadeo. El diablo quería arrebatarme la bendición de escuchar el último sermón del Jubileo, pero el Señor nos cuidó.

Gloria a Su Nombre,

La Hermana Rubio

México