11/01/2019
La Mente de Cristo

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

Filipenses 2:5

¿Los ha desanimado el mundo? ¿Están perdiendo el gozo? Después de leer este testimonio sabrán exactamente dónde encontrarlo.

Me identifico con este testimonio, pues me encantaba leer desde pequeña. Recuerdo que cuando llegaba de la escuela a la casa, ¡leía seis o siete libros de Hardy Boy o Nancy Drew en una sola noche!

Hasta gané la competición de lectura para mi escuela. Siempre procuraba evitar los libros “malos”; sin embargo, la mayoría eran mundanos después de todo. ¡Desperdicié demasiado tiempo en tonterías!

Cuando crecí más, como en la edad de la escuela intermedia, me empezaron a interesar más los libros espirituales, las historias misioneras, El progreso del peregrino, los libros del Dr. Ingraham, la historia de la iglesia, etc.

En la adolescencia, empecé a escuchar más cintas en mi habitación y recibía gran bendición. Recuerdo que sané instantáneamente de un dolor de garganta intenso mientras escuchaba una cinta, en la que el Hermano Branham llamó a alguien en la línea de oración que padecía lo mismo. Estaba muy hambrienta por Dios.

La primera revelación que recuerdo, aunque ahora es más profunda y real, fue esta cita que me conmovió en mi interior:

¿Qué es entonces el nuevo nacimiento? Preguntaría Ud.: “Pues, Hermano Branham, ¿qué es el nuevo nacimiento?”. Es la revelación de Jesucristo personalmente a Ud. ¡Amén! ¿Ven?

Cristo es el Misterio de Dios revelado (63-0728)

En una ocasión un familiar me dijo que tuviera cuidado de escuchar demasiadas cintas; pues, una vez, un hombre que hizo eso enloqueció. ¡Ahora entiendo que el diablo tenía un gran espantapájaros para intentar ocultarme todos esos frijoles de pallares!

Seguí escuchando de todas formas y, hoy, veinticinco años después, ¡escucho más que nunca!

A veces, cuando puedo, escucho cinco, seis o siete cintas al día.

¡Nunca he sido más feliz! Quizás he perdido la mente; pero, al fin y al cabo, mi mente no valía mucho y, aunque así fuera, he recibido la Mente de Cristo y ¡eso es lo único que importa!

Puedo verme reflejada en la Palabra y, en cada cinta, Él me habla directamente. Me identifico con el aguilucho que escuchó el chillido del Águila. Soy libre, oh, demasiado libre al comer Alimento de Águila y, gracias a Dios, ¡estoy lejos de la pila de estiércol! Siempre había anhelado, o esperado, pertenecer a la “Novia”. Era el deseo más grande de mi corazón, pero no sabía si era apta y me sentía demasiado indigna —y lo soy, pero Aquel que es digno me escogió, tomó mi lugar en la Cruz y me predestinó, colocó el anillo de bodas en mi dedo antes de la fundación del mundo y tengo puesto el vestido de novia de Su Palabra Prometida—. Y ahora Dios, por Su sublime Gracia, me reveló eso y también se reveló a Sí mismo en Su Palabra: ¡quién es Él y quién soy yo!

Pero todo este misterio es revelado únicamente, tal como Él prometió, a Su Novia. El infierno está en contra de esta Verdad, de la revelación de este misterio; sin embargo, la Novia allí está parada firme Ésa es su posición (Cristo es el Misterio de Dios revelado, 63-0728).

¡No puedo expresar la felicidad que siento! “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! Si los enumero, se multiplican más que la arena”.

Así que estoy alabando al Señor Jesucristo por Su maravillosa Obra. ¡Parece que sigo anhelante! Quiero más y más… ¡Lo amo demasiado a Él! ¡Quiero animarlos a poner a Dios primero en todo! ¡Aun sobre lo más importante!

¡No permitan que el diablo les diga que deben ocuparse de algo más! Recuerdo que una vez el Hermano Joseph comentó algo sobre no dedicarle nuestro tiempo de sobra a Jesús, sino nuestro mejor tiempo, sacrificar algo que deseábamos hacer para pasar tiempo con Él.

Nunca ha sido una decepción tomar esa decisión. Solo corten todas las distracciones innecesarias con Su gran Espada. Lean la Biblia siempre que tengan la oportunidad (a propósito, lo empezaran a ver como un libro nuevo).

Oren, oren, oren, escuchen todas las cintas que puedan y solo ámenlo, agradézcanle, alábenle y adórenle a Él.

Diariamente transforma mi vida y sé que también será así con la suya.

Anónimo

Estados Unidos

¿No es hermoso cuando Ud. realmente puede anclar su alma en Cristo, en tal lugar que Ud. se puede aquietar delante de Él? Y escuchar Su Voz hablándole: “Yo soy el Señor que te sana. Yo soy el Señor que te da Vida Eterna. Yo te amo. Yo te conocí antes de la fundación del mundo. Yo puse tu nombre en el Libro, tú eres Mío. No temas, soy Yo. No tengas miedo, Yo estoy contigo”. Entonces yo canto:

Ya todo dejé para andar en la Luz,

No moro en tinieblas ya más;

Ya todo dejé por seguir a Jesús,

Y vivo en la Luz de Su faz.

La visión de Patmos (60-1204E)