En el 2017, mi hijo John empezó a sufrir de convulsiones; tenía nueve años. Como la enfermedad persistió luego de tomar medicamentos durante dos años, el pediatra aconsejó practicarle una tomografía por resonancia magnética del cerebro para encontrar la causa de las convulsiones incontrolables.
El examen lo hicieron el 30 de agosto del 2019 y los resultados mostraron una leucomalacia periventricula (herida cerebral que usualmente afecta a los bebés prematuros) en el lóbulo parietal izquierdo. Entonces nos remitieron a un neurólogo especializado en pediatría para encontrar una solución a la enfermedad. Todo el tiempo mientras en la prueba, yo llevaba un paño de oración, que mantuve en mi Biblia desde el 2017.
Las convulsiones empeoraron y John se caía con más frecuencia, en ocasiones hasta diez veces al día. En nuestro grupo de compañerismo local nos reunimos diariamente para orar. Uno de esos días, un hermano compartió el artículo que publicaron en el sitio web de VGR el 22 de noviembre del 2019. En ese momento me di cuenta de que no había seguido las instrucciones que da el Hermano Branham.
Me sobrevino esta cita:
Porque, si Ud. dice que cree, y no sigue las instrucciones de la Palabra, entonces Ud. no cree.
Entonces coloqué el paño de oración que estaba en mi Biblia bajo la ropa de John. Confesamos nuestros errores y oramos con el pastor como estaba instruido. Sus promesas nunca fallan luego de cumplir con todo lo que Dios ordenó en Su Palabra en Santiago 5. Isaías 53 se convirtió en nuestro pan diario. Siempre que el niño sufría de una convulsión, le imponíamos las manos y hasta que no se recuperara recitábamos: “Puedo, lo haré, creo, por Sus llagas John fue curado”. La Palabra dice: “Y estas señales seguirán a los que creen”.
El 6 de diciembre del 2019, el neurólogo examinó a John. Luego de la electroencefalografía (exploración de la actividad eléctrica en diferentes partes del cerebro), el pediatra escribió: “No se registraron descargas epileptiformes ni asimétricas”. Se percibieron algunos movimientos y artefactos musculares”. Estamos alabando a Dios por sanar a nuestro hijo.
Durante los cuatro días posteriores al examen, su salud se deterioró tremendamente. En el altar familiar, me percaté de que John no podía aplaudir ni cantar, pues no podía hablar y sus extremidades del lado derecho estaban entumecidas. Recuerdo que el último golpe fue cuando nuestro vecino vino a visitarnos y contó que su sobrino había muerto el mes anterior por la misma enfermedad. Las siguientes citas nos reconfortaron:
Pero sucede porque la gente no es instruida. Ellos se van, se rinden. Y ese mismo diablo está parado ahí para entrar allí de nuevo. Cuando Dios le dice a Ud. cualquier cosa en esta plataforma, por medio de Su Espíritu, estando bajo la unción, no dude Ud. eso o le vendrá algo peor, dijo Él. Pues Jesús dijo: “El postrer estado de ese hombre fue siete veces peor que al principio”. ¿Es correcto? Cuando el espíritu inmundo salió del hombre, él caminó por lugares secos, regresó con otros siete diablos. Así que, no descrea Ud. Permanezca ahí con Eso. Sea sincero, de corazón. Diga: “¡No, señor! ¡No seré movido! No importa lo enfermo que me ponga, eso no tiene nada que ver”. Entonces, cuando Ud. menos lo piensa se le estará quitando. Luego todo estará bien. ¿Ven?, eso está muerto. La—la operación con la que el médico se lo hubiera sacado, ese mismo crecimiento sigue en Ud., sin vida.
Demonología, reino físico (53-0608A)
Las convulsiones se detuvieron, recuperó el habla y sus extremidades derechas ya funcionan normalmente. La familia y la iglesia están alabando a Dios, “quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias”. John sigue tomando medicamentos, pero creemos que esta prescripción de tres meses será el último tratamiento.
Le prometí a Dios seguir todas las instrucciones, y también enviar el testimonio cuando John sanara. John está sano y este es un testimonio para glorificar y alabar a nuestro Sanador, Jesucristo.
Dios bendiga sus corazones,
La Hermana Mburu
Kenia