23/04/2020
Aneurisma de aorta

Gloria al Señor. Me gustaría compartir mi testimonio de poder usar los paños de oración. El Día de Acción de Gracias, mientras comía, me empezó a doler la espalda. El dolor empeoró durante el día y la noche. El viernes por la mañana me sentí mucho mejor.

En la tarde encontré los separadores con los paños de oración en el buzón y los coloqué en mi Biblia, en Hechos 19. El sábado seguía dolorido, por lo que prendí el paño de oración en el interior de mi camisa, sobre mi corazón. El dolor persistió y me puse el paño de oración el domingo al acostarme. Durante el lunes el dolor siguió empeorando. El martes por la mañana, mientras aún tenía el paño de oración, con mi esposa decidimos dirigirnos al hospital; pero, mientras retrocedía hacia la vía, vomité y me desmayé. Entonces mi esposa me intentó tomar el pulso, pero no lo encontró. Inmediatamente entró a la casa para llamar al 911 y dejó la puerta del pasajero abierta. Un viento frío entró y me despertó.

Cuando mi esposa me vio sentado y consciente, le dije que debíamos conducir al hospital inmediatamente y cancelar la ambulancia. Mi esposa se dirigió al hospital Southview, donde el personal me trasladó en silla de ruedas a la sala de urgencias. Me practicaron una tomografía de cuerpo completo que mostró una aneurisma de aorta espantosa. Mientras me preparaban, contactaron al hospital Grandview para que dispusiera todo para practicarme una cirugía de emergencia. Un aneurisma de ocho o diez centímetros se había roto en la aorta. Perdí tres unidades de sangre a raíz de la aneurisma, esta se derramó por mi cuerpo y tenían que extraerla.

El médico dijo que al 75% de la gente que le ocurre esto, nunca llega viva al hospital. Después de la operación, el cirujano le dijo a mi esposa que seguramente yo no sobreviviría; pero, en caso de que sí, estaba completamente seguro de que mis riñones quedarían dañados por causa del sangrado y el tinte. Además, comentó que notó algo que nunca había visto, la ruptura de la aneurisma se estaba cerrando. Decidió colocarme un stent para asegurar la ruptura. Mi esposa llamó a otro hermano, el cual le escribió de inmediato al Hermano Joseph. Al cabo de cuatro días, pude salir de la unidad de cuidados intensivos del hospital sin problemas.

El especialista en los riñones me informó que no había sufrido ningún daño y mencionó en dos ocasiones que yo era su paciente milagro. GRACIAS SEÑOR JESUCRISTO.

Su hermano en Cristo,

Carter Hall

Ohio