Recientemente, leí la historia que publicaron sobre “La simplicidad” concerniente a un hermano y su computadora. No tenía idea de que yo me enfrentaría a una situación similar, en la que un asunto insignificante se convertiría en algo importante. Aprendí que el mismo Dios que se preocupa por los asuntos importantes y los insignificantes, ¡también se preocupa por las insignificancias que se vuelven importantes!
Hace unos días, envié una petición de oración a VGR y a varias familias y amigos del Mensaje, con respecto a una situación incómoda por un constructor en mi barrio. Estaban quemando madera durante días demasiado secos, cerca de las casas. Como no vivo dentro de los límites de la ciudad, no existen leyes contra las quemas, y, a pesar de cumplir con los debidos trámites legales, la asociación de propietarios determinó que legalmente no podía obligarlos a cumplir las reglas de la asociación. Esto no solamente suponía un peligro de incendio constante, sino que físicamente me incomodaba mucho cuando salía a pasear a mi perro, puesto que soy terriblemente alérgico al humo. Como soy el único que puede pasearlo, no tuve más remedio que soportar.
Hace dos días, en uno de nuestros paseos, tomé fotografías de lo que estaba pasando, para tener pruebas en caso de que algo malo sucediera. Tres miembros del personal se me acercaron de una manera muy hostil, hasta uno levantó el puño y amenazó con hacerme daño (no voy a mencionar la frase exacta). Como respuesta, me mantuve firme (probablemente demasiado firme), y expliqué por qué lo que hacían era peligroso e insalubre, en medio de un montón de excusas y tonterías. Al final nos alejamos y continuaron quemando.
Mientras tanto, estaba trabajando en todos los aspectos posibles con la comisión del condado y el departamento de protección contra incendios, y creo que estaban haciendo o planeando hacer todo lo posible para ayudarme, a pesar de que la ley estaba claramente a favor de la constructora. Afortunadamente, al día siguiente, llovió y venteó, por lo que no pudieron quemar.
Esa tarde, mientras paseaba a mi perro bajo la lluvia, el jefe de la construcción, que me había amenazado, pasó en su camioneta y me vio. Se detuvo y pensé: "¡Oh, vaya, ¡vamos a tener otra discusión!". Para mi sorpresa, estaba sonriendo y comentó: "Señor, discúlpeme por mi comportamiento de ayer. Soy Cristiano y me puse a pensar en lo que le dije y me sentí muy mal, lo lamento".
Casi me desmayo. Le respondí que lo entendía y que todos nos enojamos y decimos cosas que no queremos decir cuando estamos enfadados. Añadí que también lo sentía y que mi actitud y la forma en qué lo abordé estuvieron equivocadas y que, después de eso, me sentí mal el resto del día y la noche. Le di la mano y me presenté, y él hizo lo mismo.
No se habló nada sobre la quema, lo cual sigo pensando que es peligrosa e insalubre; pero, si Dios puede obrar así en un corazón humano, ¡le encomiendo todo lo demás a Él! Agradezco mucho las oraciones y pido que continúen orando para que detengan las quemas por completo. Dios verdaderamente obra de forma inusual, como dijo Su profeta que Él hacía. Aún no puedo creerlo, pero estoy muy agradecido. ¡Él se preocupa igualmente por las “insignificancias” como por los “asuntos importantes”!
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