21/07/2020
La representación

Recibimos este comentario de una señora que conocía a la hermana que nos envió el testimonio titulado “La piedra de corona es el amor”. El amor en el corazón de la Hermana Geisa ciertamente le causó una impresión a esta vendedora de bienes raíces. ¿Cuántos de nosotros tenemos estas oportunidades a diario y, sin embargo, no causamos una impresión como esta hermana?

Geisa, estoy en lágrimas por la pérdida de su padre. ¡Vaya! Me sorprende todo lo que ha sucedido en la oficina inmobiliaria desde el día en que Ud. apareció. Primero, quiero agradecerle por pasar hoy temprano y dejar en mi escritorio la nota con este enlace y este sitio web. Por favor, ¡no se vaya! Quiero saber quién es Ud. Al visitar su iglesia, me conmoví mucho. Su energía es diferente. Nunca he sentido tanta paz con nadie.

Por favor, regrese aquí a mi estación cuando pueda, déjeme su contacto para que podamos conversar. Lloré mientras leía este artículo sobre su padre. En marzo, la primera vez que Ud. vino aquí a bienes raíces, la traté muy mal. Fui estúpida y Ud. me sorprendió: me miró directamente a los ojos, como si percibiera mi dolor, y me preguntó si podía abrazarme. Me quedé atónita. Empecé a llorar y le pedí disculpas por tratarla mal, pues no hago eso con ningún cliente.

Entonces le conté que mi padre estaba en la unidad de cuidados intensivos, entre la vida y la muerte, con un 1% de posibilidades de superar la meningitis. Recuerdo que Ud. me abrazó de nuevo, lloró en mi hombro y - dijo: "Señor Jesús, conozco muy bien el dolor de ver partir a alguien que amamos. Por favor, escucha a Tu hija, visita a este hombre en el hospital y sánalo con la fuerza de Tu Amor". No entendía nada de lo que pasaba; pero, en ese momento, sentí una energía que nunca había experimentado en mi vida. Sentí que Dios me estaba abrazando personalmente con el abrazo suyo.

A la mañana siguiente, mi madre me llamó. Estaba feliz, y me contó que mi padre había abierto los ojos, salió del coma y lo trasladaron a una habitación. Los médicos no lo podían creer. Y hoy temprano, me enteré de que Ud. le preguntó al vendedor de bienes raíces sobre la salud de mi padre y él le contó todo. Entonces le pidió que dejara su nota escrita a mano con este enlace.

Geisa, no sé qué decirle, no tengo palabras. ¿Qué debería decir, no tengo palabras? La traté súper mal, Ud. me abrazó, oró a Dios para que sanara a mi padre, aun con el dolor en su corazón de haber perdido a su propio padre. ¿Está segura de que pertenece a este planeta? Ud. es una muchacha maravillosa y merece ser muy feliz. No tengo palabras para agradecerle. Espero que regrese a la oficina y me dé su número de celular. Prometo que no tengo ningún interés comercial. Verdaderamente quiero saber más sobre esta energía divina que tiene y que me transmitió al abrazarme y orar por mi padre, y Dios escuchó su oración. Un beso grande en su dulce corazón.

Barbara Lemos