Hermana, ¡qué testimonio tan maravilloso! ¡Mi alma se regocijó por el amor redentor que nuestro Salvador les brinda a Sus hijos! Gracias por compartirlo, pues sin duda alguien lo necesita desesperadamente.
¡Vaya! Literalmente, ¡estoy pasando y pasé por lo mismo! Me afligí y me desanimé tanto que solo deseaba partir de esta tierra por mi cuenta. Entonces, recordé lo que Dios me prometió: “He aquí yo estoy contigo todos los días, hasta el fin del mundo”. Él no me abandonará ni me desamparará. Me aferré a Sus palabras, consciente de que para Él todo es posible, excepto fallar. Él nunca me ha fallado y tampoco ahora. Mi vida espiritual empezó a decaer cuando el diablo me convenció de que estaba perdido en un lugar sin salida. Siempre solía cantarle al Señor, pero, de repente, ya no me urgía ese deseo. En este momento me identifico con la mujer que perdió una de sus diez monedas y barrió la casa hasta hallarla. Ignorando que hubiera visitantes o lo que fuera, ella permaneció concentrada en encontrar su moneda perdida. A pesar de lo que me cueste, voy a romper el silencio en el que el diablo ha sumido mi vida. Estoy buscando regresar a Dios. Confíen en Él nada más y les comparto un pequeño secreto: permanezcan en una actitud positiva y adórenlo en las pruebas, las dificultades y los momentos favorables o adversos. Adoren al Señor, pues es la razón por la que nos creó: para adorarlo.
Les agradezco sumamente por compartir este testimonio. De verdad significa mucho. Es como recargar una batería escuchar las historias de grandiosos Cristianos.
Combato la misma batalla de esta preciosa hermana. Su testimonio es muy alentador y creo que nuestro Señor Jesús me sanará así como a esta hermana. Por favor, oren para que nuestro Señor me sane como a nuestra hermana. Me siento de maravilla.