¡Vaya!, este es el propósito del Mensaje. Todos podemos identificarnos con este testimonio. Todos hemos estado en la prisión del mundo, pero por la sublime Gracia de Dios, ¡ahora somos prisioneros de ÉL!
Gracias por compartir estos testimonios vivificantes con nosotros. No podía evitar aplaudir cada vez que leía una palabra “amén”.
Gracias, Señor Jesús, por guardar a nuestro hermano y liberarlo. Esto me infunde esperanza respecto a mis seres queridos descarriados.
Oh, ¡cómo me regocijo con este joven hermano y su querida familia por la victoria tan maravillosa y extraordinaria que el Señor nuestro Dios produjo en sus vidas! Cuánto deseo que su glorioso testimonio lo lea cada prisionero de cada cárcel. Si solo pudiera ponerse en cada valla publicitaria por toda esta nación y otras naciones para prevenir a todos, tanto hombres como mujeres, niños y niñas que piensan que, viviendo sin Cristo, las drogas los ayudarán, cuando en realidad solo les traerá tristeza, muerte y destrucción.