Alabado sea nuestro Dios. Él es tan real, ya que sana a los enfermos en medio nuestro. Toda la gloria sea dada a nuestro Señor Jesús, pues habíamos escuchado, mas ahora vemos. Siempre creyendo que todo es posible.
Aprecio todos sus testimonios, ¡especialmente este!
¡Perfecto! ¡Hermoso! Gracias por compartirlo. También me ha pasado lo mismo. ¡He sanado en dos ocasiones en las que el Hermano Branham discernió mi enfermedad y llamó mi nombre en las cintas! “¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos!”.
¡Vaya, vaya, vaya! ¡Qué testimonio tan maravilloso de la sanidad de su corazón, Hermano Anderson! Estoy alabando y agradeciendo a Dios con usted, ¡Jesús es un pronto auxilio en las tribulaciones! ¡Pensar que el profeta llamaría el nombre “Anderson” en 1965! En lo profundo del corredor del tiempo, ¡Dios conocía su necesidad de sanidad! ¡Qué testimonio y milagro tan precioso!